PASO 2: Y ahí surgió la primera cuestión del asombroso (por inesperado)
encadenamiento: dónde habré dejado el libro Tren nocturno a Lisboa de Pascal
Mercier? fascinante historia vinculada con la durísima y desmesurada represión
practicada en Portugal durante la dictadura de Antonio Oliveira de Salazar,
eminente economista (saneó las cuentas públicas portuguesas eso sí, exigiendo
manos libres para hacer cuanto quisiera con ese objetivo) pero protervo
dirigente del país. Hace años decidí visitar aquellos sitios que, de alguna
forma, me resultasen atractivos en aquellas lecturas que me deleitasen (también
del cine que me emocionase: no me llamó mucho la atención El tercer hombre de
Graham Greene pero sí me fascinó la oscura imagen de Viena en la película
homónima de Carol Reed con Orson Welles y Joseph Cotten corriendo por los
subterráneos y jugando a buscarse y eludirse). Y en Tren nocturno a Lisboa,
Mercier nos traslada al hermosísimo pueblo de Tomar, atravesado por el río
Nabão. En esta ciudad está el Convento de Cristo, patrimonio de la Humanidad.
Estaba de vacaciones en Peniche y un día que amaneció brumoso y fresco,
desapacible para pasear por la playa, aproveché para hacerle una visita quedando
subyugado por la pulcritud, el esmero, la atención, amable pero discreta. Y,
sobre todo, por la belleza del monasterio, de origen templario, pero de
influencias góticas, manuelinas, platerescas.
PASO 3: Y, en esas estaba cuando
recordé que, en el restaurante del faro de Peniche había comido un espléndido
bacalhau gratinado con queixo da Serra da Estrela después de un paseo de cuatro
horas por la ventosa playa de Baleal, fantástico escenario para el windsurf.
PASO 4: Y, pensando en paseos, me vi, también en Portugal, escalando muros y
admirando jardines y quedándome embelesado por el albo primor de las casas de
Marvao, fortaleza fronteriza con España, en una colina sobre un valle por el que
discurre el río Sever y sita en la Sierra Sao Mamede donde, durante cuatro días
seguidos, cené el más tierno y delicioso cordero que haya probado, con una
sublime y sorprendente guarnición de grelos y castañas. De postre tomé un pastel
de Belém. Y con ese par de platos y el postre, aunque fuesen virtuales, volví a
sentirme vivo, feliz y satisfecho, pletórico y saciado. Y, además, me detuve a
otear en la lejanía del valle los pendones de las mesnadas españolas que
avanzaban, levantando polvo a su paso, con la pretensión de asaltar el baluarte
o asediarlo o cercarlo o...
Paso 5: Y pasé a Belém, y, tras un apretujado viaje en tranvía, me situé en el monasterio de los Jerónimos donde compré un libro de Fernando Pessoa (no el Libro del desasosiego que me acompaña desde crío, siempre en mi mesilla de noche tal como otros tienen la Biblia o el Tao Te King). Era O banqueiro anarquista. Comencé a leerlo en el café de la Praça do Comerço donde pasaba sus buenos ratos el escritor. PASO 6 :: Y, hablando de café, me vinieron a la memoria los cannoli que tomaba en la cafetería del hotel de Palermo y los aranzini de Mesina y Catania. Y volví a pensar en mis proyectos arquimedianos que no cuajaron en una tesis. Y, entonces, me reí recordando cuán divertida es la Tesis de Nancy, grandiosa jocosidad de Ramón J. Sender. Y, tras comprar en la librería Arenas un libro de Haruki Murakami y otro de Julián Casanova, fui a Palexco donde tenía estacionado el coche y, al cruzar la calle en el semáforo del antiguo hotel Atlántico hojeando las atrocidades cometidas en el siglo XX en los países supuestamente avanzados contra los judíos, los minusválidos, los diferentes, reviví mi sueño de siempre: abrir una vía al mar desde Riazor hasta el puerto (Plaza de Pontevedra, Juana de Vega, Cantones) semejante al de Donosti y, en un kayak, navegar ese canal, sintiendo cómo el oleaje lo impulsa, adquiriendo velocidad, viendo desaparecer rápidamente los edificios en las orillas, atisbando el mar, colores diversos fluyendo a mi alrededor, y yo, en esa calma y encandilamiento, mientras me voy sumergiendo en el inconsciente, encadenando pensamientos inaprehensibles e incomprensibles e irracionales y libres, vuelvo a Cefalú, a las aguas del Tirreno, a Taormina y las cálidas playas del Jónico y a ...Paso 5: Y pasé a Belém, y, tras
un apretujado viaje en tranvía, me situé en el monasterio de los Jerónimos donde compré un libro de Fernando Pessoa (no el Libro del desasosiego que me acompaña desde crío, siempre en mi mesilla de noche tal como otros tienen la Biblia o el Tao Te King). Era O banqueiro anarquista. Comencé a leerlo en el café de la Praça do Comerço donde pasaba sus buenos ratos el escritor. PASO 6 :: Y, hablando de café, me vinieron a la memoria los cannoli que tomaba en la cafetería del hotel de Palermo y los aranzini de Mesina y Catania. Y volví a pensar en mis proyectos arquimedianos que no cuajaron en una tesis. Y, entonces, me reí recordando cuán divertida es la Tesis de Nancy, grandiosa jocosidad de Ramón J. Sender. Y, tras comprar en la librería Arenas un libro de Haruki Murakami y otro de Julián Casanova, fui a Palexco donde tenía estacionado el coche y, al cruzar la calle en el semáforo del antiguo hotel Atlántico hojeando las atrocidades cometidas en el siglo XX en los países supuestamente avanzados contra los judíos, los minusválidos, los diferentes, reviví mi sueño de siempre: abrir una vía al mar desde Riazor hasta el puerto (Plaza de Pontevedra, Juana de Vega, Cantones) semejante al de Donosti y, en un kayak, navegar ese canal, sintiendo cómo el oleaje lo impulsa, adquiriendo velocidad, viendo desaparecer rápidamente los edificios en las orillas, atisbando el mar, colores diversos fluyendo a mi alrededor, y yo, en esa calma y encandilamiento, mientras me voy sumergiendo en el inconsciente, encadenando pensamientos inaprehensibles e incomprensibles e irracionales y libres, vuelvo a Cefalú, a las aguas del Tirreno, a Taormina y las cálidas playas del Jónico y a .... ENRIQUE FREIRE
un apretujado viaje en tranvía, me situé en el monasterio de los Jerónimos donde compré un libro de Fernando Pessoa (no el Libro del desasosiego que me acompaña desde crío, siempre en mi mesilla de noche tal como otros tienen la Biblia o el Tao Te King). Era O banqueiro anarquista. Comencé a leerlo en el café de la Praça do Comerço donde pasaba sus buenos ratos el escritor. PASO 6 :: Y, hablando de café, me vinieron a la memoria los cannoli que tomaba en la cafetería del hotel de Palermo y los aranzini de Mesina y Catania. Y volví a pensar en mis proyectos arquimedianos que no cuajaron en una tesis. Y, entonces, me reí recordando cuán divertida es la Tesis de Nancy, grandiosa jocosidad de Ramón J. Sender. Y, tras comprar en la librería Arenas un libro de Haruki Murakami y otro de Julián Casanova, fui a Palexco donde tenía estacionado el coche y, al cruzar la calle en el semáforo del antiguo hotel Atlántico hojeando las atrocidades cometidas en el siglo XX en los países supuestamente avanzados contra los judíos, los minusválidos, los diferentes, reviví mi sueño de siempre: abrir una vía al mar desde Riazor hasta el puerto (Plaza de Pontevedra, Juana de Vega, Cantones) semejante al de Donosti y, en un kayak, navegar ese canal, sintiendo cómo el oleaje lo impulsa, adquiriendo velocidad, viendo desaparecer rápidamente los edificios en las orillas, atisbando el mar, colores diversos fluyendo a mi alrededor, y yo, en esa calma y encandilamiento, mientras me voy sumergiendo en el inconsciente, encadenando pensamientos inaprehensibles e incomprensibles e irracionales y libres, vuelvo a Cefalú, a las aguas del Tirreno, a Taormina y las cálidas playas del Jónico y a .... ENRIQUE FREIRE
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